«No, el Dios de los tabernáculos que adoramos no es un fantasma. Es el mismo que dijo a los asustados discípulos: Confiad; soy yo, no temáis. Es el mismo que dice: Yo mismo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos. Y aquel mismo que camina sobre las olas de los siglos, señor de los vientos y procelas humanos. El Dios del altar está entre nosotros, invisible, pero testigo fiel, primogénito entre los muertos, príncipe de los reyes de la tierra, el que nos ha amado y nos ha lavado de nuestros pecados con su propia sangre y nos ha convertido en un reino y sacerdotes para Dios su Padre; el primero y el último, el vivo que murió y está vivo por los siglos. Pero a la vez está junto a nosotros, el Dios de lo arcano. Caigamos a sus pies, adorémoslo en la zarza ardiente de su amor por nosotros.»Estas palabras de un discurso del papa Pío XII brotan del mismo Dios que, cual aparecido en el Sinaí en arbolito rosáceo llameante, tal rige, amándonos e incentivándonos de cerca a amarlo sobre todas las cosas, la obra maestra de meditaciones eucarísticas de Mons. Luis Vella, aquí presentadas por primera vez en traducción española completa. En ellas solo se respira a la vez realismo asegurador y encantamiento conmovedor, convicción íntima y efusividad desbordante, espontaneidad sin trabas y gloria sin desbarato. La mayor parte del escrito consta de diálogos destinados a que el lector haga suya la voz del alma citada en el texto, y en este también escuche las voces de Jesús y María. Esta técnica, usada magistralmente por el autor maltés, es poderosa para atrapar el alma y adentrarla por su bien en facetas insospechadas y asombrosas de la vida de Jesús en la Hostia consagrada.