El lugar donde se precipitan los hechos de esta «novela de novelas» carga con la triste fama de ser una villa maldita, tal es la cantidad de desgracias acumuladas siglo tras siglo. A cada una le acompaña una leyenda: puede ser la de una santa que viene en su auxilio; o a otras, la de una maldición a punto de romper en tinieblas. Una de ellas cuenta que, tras la conquista castellana de muchas de las tierras circundantes, los desterrados, nuevamente trasladados en garantía de vasallaje a hacer poblamiento, cuando llegaban a la villa, desde la torre donde antes entonaba la voz el muecín, solo escuchaban el lúgubre tañido de las campanas tocando a réquiem por los muertos.Contada a través de cuatro nouvelles que se suceden cronológicamente, abarcando del siglo XIII al XXI, cada una parece encarnar uno de los jinetes del Apocalipsis: Peste, Guerra, Hambre y Muerte, que nunca dejaron de hacer oír el ruido de los cascos de sus monturas: desde el fin de la Taifa de Murcia pasando por la Guerra de las Alpujarras a la Guerra de la Independencia, con la culpa inconfesa de los crímenes atroces cometidos contra el invasor napoleónico, meros preludios del gran cataclismo final, desastre colectivo que, a modo de sortilegio, vino a querer enterrar todo este pasado, maldito en su santidad.