Este trabajo, en tiempos de oscuridad y decadencia social, va dedicado a la esencia más importante de la sociedad; la mujer, comienzo y fin de la misma existencia de la creación. Desde que el hombre comenzó a caminar sobre la tierra, desde que Dios, en su infinita capacidad, creó a los seres humanos, la mujer fue el comienzo y la continuidad de la vida. El hombre es el portador de la vida, mientras que la mujer es el receptáculo, gesta, desarrolla en su vientre y trae al mundo. En una sociedad que cae, los valores se quieren invertir utilizando a las féminas como carne de cañón en una guerra en la que todos perdemos, no solo como sociedad sino como personas. El destino de todos será entonces perecer, pues sin el binomio perfecto, que representan el hombre y la mujer que al complementarse llevan a cabo la simbiosis perfecta de la «obra de Dios», la existencia misma es una irrealidad. Por este motivo, lo que se espera es que la mujer vuelva a su posición de guía del hogar, rectora del hombre, educadora de los niños y salvaguarda de la cultura tal y como la conocemos hasta la actualidad. Porque aún es tiempo de enmendar, mirar hacia atrás, tomar lo que se ha tirado y devolver a la mujer a su pedestal.