Al pisar tierra, Casandra Odor llevaba ese anhelo de regresar a casa. Su padre la educó para aceptar quién es realmente. Pasaba sus horas libres en la naturaleza y por las noches contemplaba las estrellas. En sus sueños aparecía una luz. Una luz que no le permitía ver. La luz que la llevó a practicar las técnicas de espiritualidad y reconocer el poder divino. Poniendo el foco en ella, sin mirar atrás, recobró la pasión por la música y nació el amor al arte de pintar, escribir y fotografiar. Las imágenes en las fotos son la conexión tan añorada. Reconociendo la capacidad otorgada, pudo abrir su portal de comunicación. Era una transición, llevándola hacia la luz en ella.