Para combatir la violencia infantil debemos celebrar en las infancias la conexión con sus experiencias y sentimientos. En estas misiones, dicha conciencia pasa por el reconocimiento de sus emociones y derechos, un entrenamiento de la intuición y una sensibilización a las formas de violencia (física, verbal, psicológica y sexual), en especial cuando proviene de personas cercanas o en espacios familiares. A través de actividades artísticas, corporales y experimentos los estudiantes se relacionan con la importancia de construir rutas de paz y adquieren hábitos de cuidado de sí y de otros seres, con el fin de terminar los ciclos que perpetúan las violencias. Practican técnicas de respiración y meditación, proponen caminos para prevenir el acoso en el aula, crean un baúl de tesoros para reconocer sus derechos y los de cada ser de la Tierra, y aprenden las distintas rutas de acción de cara a un conflicto en sus entornos cotidianos.