«Antonio nos hablaba de sus amigas de juventud —otros mariquitas con los que vivía, trabajaba, y organizaba fiestas en las que se travestían—, de las excursiones que hacían al río, de citas clandestinas con hombres casados, de su devoción por la Macarena y, sobre todo, de Joaquín —«mi Joaqui»—, el hombre con el que estuvo casi sesenta años».Jesús Pascual recoge la memoria íntima de un mariquita andaluz de ochenta y siete años, compartiendo con absoluta lucidez el umbral de un mundo casi perdido. Insólito, brillante y generoso, así se muestra este autor quien con una profunda habilidad desarrolla un discurso de disidencia que bascula entre la memoria y la copla, el amor y la opresión, la melodía y el silencio impuesto. El autor dignifica y engrosa el mundo de los ancianos LGTBI brindándonos el recorrido de una vida cruel, pero sobre todo bella.«Él fue también la eterna solterona señalada por los niños, la amante que no tiene ley que la ampare ni puerta a la que llamar, la madrina que guarda un amor en secreto, la madre soltera que borda pañales llorando mientras espera que vuelva padre de su criatura, la mujer errante que busca de puerto en puerto a aquel marinero cuya caricia lleva tatuada en la piel, la inocente Lola que se deja engatusar por Manuel Centeno, la que no tuvo valor para ser buena, la sin nombre, la que a nadie le interesa. Su testimonio es también el testimonio de todos estos personajes. Cuando Antonio habla, hablan a través de él todas las otras».Lean con atención estas páginas de Jesús Pascual porque no cabe duda que están ante uno de los ensayos más reveladores e impactantes del pensamiento hispano contemporáneo.